jueves, 13 de diciembre de 2007

Fahrenheit 451

Esta mañana, en el habitual atasco de la Castellana, me he fijado en uno de los sufridos conductores que tenía al lado. Iba en un Audi A3, pero lo sorprendente es que iba leyendo un libro al tiempo que conducía. Y no sé por qué, pero ese buen hombre me ha dado pena. Pena porque leer un libro en un coche sólo puede significar dos cosas: o bien, que eres un loco de la literatura y no piensas en otra cosa allá donde estés; o bien que no tienes el suficiente tiempo libre para poder disfrutar relajadamente de tu hobby en casa. Y cualquiera de las dos cosas a mí me da un poco de pena.
De lo único que me he quedado con ganas es de saber el título del libro, aunque he creído ver que la ilustración de portada eran unas hojas de marihuana. No estoy seguro, porque su carril ha comenzado a avanzar más rápidamente que el mío. Así que me he quedado atascado, escuchando a Rita Pavone y su "Il ballo del matone" mientras me entretenía buscando matrículas capicúas. Quizá si el chico del A3 supiera mi hobby sería yo el que le daría pena a él.
Todo sigue siendo relativo.